martes, 28 de abril de 2015

Alejandro Betts es Malvinense y afirma que las Malvinas pertenecen a Argentina



Entrevista Alejandro Betts, el malvinense que quiso ser argentino


Reclamo de soberanía. “Para resolver la situación hace falta volver al diálogo”, afirmó Betts

“En Malvinas hasta se ha eliminado la costumbre de tomar mate”

Alejandro Betts nació hace 64 años en las islas Malvinas y es residente en el territorio continental desde 1982 cuando, finalizado el conflicto contra el Reino Unido, optó por embarcarse en el buque Bahía Paraíso dejando a su familia con la convicción de que las islas son argentinas.
Betts, nacido Alexander, vive ahora en Agua de Oro. Asegura que nunca se arrepintió de la decisión que tomó cuando sacó su DNI argentino: "Aunque la mayoría de mi familia sigue en Malvinas, no me causa ninguna nostalgia haber abandonado el territorio insular para instalarme aquí". En Malvinas dejó una hija, tres nietos, una madre anciana y la tumba de su primera esposa.
Luego de su nacionalización, Betts se volvió un experto en la cuestión política de la soberanía de las islas y dio testimonios de los derechos argentinos sobre Malvinas en diferentes escenarios.
En entrevista con LA VOZ DE SAN JUSTO, Betts advirtió que el diálogo y la diplomacia es la única forma de curar una herida que para los argentinos aún no cicatriza.


-¿Cuándo decidió dejar las islas?

En realidad la decisión de dejar Malvinas fue tomada con bastante antelación a la guerra. Siendo personal civil de la Fuerza Aérea de la agencia Lade de Puerto Argentino, en octubre de 1981 había solicitado el pase de la agencia Malvinas a otra en el continente. Me habían anticipada verbalmente la autorización de dicho pase pero faltaban todos los pasos administrativos con el resultado de que el 2 de abril aún estaba yo en Puerto Argentino. Decidí quedarme allí hasta el desenlace final, continuando a prestar servicios en Lade, como así también, con Gas del Estado.

-¿Por qué su DNI es argentino?

Como cualquier nativo del territorio malvinense, no tenía ciudadanía reconocida por Gran Bretaña. Pues al llegar al continente luego de concluido el conflicto bélico, ante nuestras leyes nacionales estaba indocumentado. Supe de jurisprudencia del año 1927 que reconoce cualquier persona nativo de las islas Malvinas de ser considerado argentino nato en coherencia con la legítima soberanía argentina sobre el archipiélago. Por lo tanto, solicité al Registro Civil de Córdoba que se extienda como correspondía mi DNI y él de mi hijo Pablo, quien estudiaba en la provincia de Santa Fe desde principios de 1891.

-¿Cuál era específicamente su rol durante el conflicto bélico?
 
Yo era personal civil de la Fuerza Aérea Argentina, institución a la cual me ingresé en septiembre de 1979. Paralelamente, era el representante de Gas del Estado en la distribución de gas envasado de garrafas de 10 y 15 kilos y los tubos de 45 kilos, en todo el territorio malvinero. Producido la recuperación del 2 de abril, no había motivos por la cual desafectarme de esas tareas sino, por el contrario. Con el puente aéreo del mes de abril más los servicios regulares de Lade, hasta el 28 de ese mes la carga laboral en la agencia incrementó en forma exponencial. Igual sucedió con Gas del Estado por la demanda ocasionada por los requerimientos de gas por parte de las distintas unidades militares comisionadas en las Islas.

-¿No siente nostalgia por ese territorio?

Francamente no. Nunca negaré mi condición de colono nativo de Malvinas. Las Islas son mi cuna, mi terruño, parte de mi esencia. Como lo es también la enseñanza de mis padres con relación a la conducta ética, moral, honestidad, el respeto para su prójimo, etc.. Todo ello es un estilo de vida en la colonia. Quiero decir, fueron los valores fundamentales con que nos desenvolvíamos en aquellos años. Pero, transitar al camino de esta vida terrenal nos damos cuenta de que ese camino no es siempre recto, sino que tiene muchas curvas y contra-curvas, subidas y bajadas, momentos muy felices y momentos difíciles. Además, en la vida uno va cumpliendo etapas, capítulos que son irrepetibles. El 26 de junio del ‘82 cerré un capítulo de mi vida y comencé una hoja en blanco nueva, con una mente abierta, convencido que me podía insertarme plenamente a la sociedad continental, reconstruir mi vida afectiva, continuar progresando en el campo laboral y ampliar mi formación escolar. Felizmente el tiempo me ha dado la razón.

-¿Volvió alguna vez a las islas?
 
No. Principalmente porque siendo portador de documentación única de argentino mi acceso el territorio estaba prohibido hasta la derogación de una ordenanza isleña que negaba la entrada a la colonia de cualquier persona que tuviera documentación nacional argentina. Esa ordenanza no consideraba nativos de las Islas como excepciones a la ley. Luego, con el acuerdo de Londres de 1999 se permitió el ingreso de argentinos pero en condición de turistas extranjeros con pasaporte. Siendo coherente con mi postura de la soberanía plena argentina sobre el archipiélago, no puedo ser tan ingenuo de volver a las islas en calidad de turista. Por otra parte, cualquier presencia mía en Malvinas, por lo más breve que sea, conlleva serias dificultades sociales a mis familiares radicados allí. Pues mucho más sensato es dejarlos vivir su vida en las islas y yo continuar con la mía aquí en la provincia de Córdoba. Por los mismos motivos, son casi nulos los contactos por otros medios con mis familiares. No quiero que sean objetos de la discriminación, la persecución y xenofobia por portadores de apellido.

-¿Y cuál es su opinión respecto a la cuestión política de la soberanía de las islas y los derechos argentinos sobre Malvinas?
 
La resolución 2.065 de las Naciones Unidas (año 1965) establece claramente la existencia de una disputa por la soberanía de las islas, identificando esa disputa como una cuestión bilateral entre los gobiernos del Reino Unido e Irlanda del Norte y nuestro país. Insta a ambas naciones resolver definitivamente el pleito por la vía de negociaciones. En los hechos, desde el inició de la controversia en 1833, nuestro país siempre ha intentado poner fin a la situación anacrónica colonial de Malvinas a través de las gestiones diplomáticas, con los fundamentos inamovibles expuestos en el decreto del 10 de junio de 1829 nombrando a don Luis Vernet, gobernador civil y comandante militar de Malvinas: primer ocupación y descubrimiento, herencia de España vía la Sucesión de Estados. El título argentino es incontestable y conforme absolutamente al derecho.

El Reino Unido en cambio, nunca ha podido sostener jurídicamente sus variados y permanentemente cambiantes argumentos para justificar un título de dominio sobre las islas. A falta de ese sostén jurídico recurre a la ocupación ilegítima (1833 y 1982), dilatación indeterminada de las gestiones diplomáticas y la tergiversación de hechos históricos-jurídicos y supuestos derechos civiles que les caben a la comunidad multinacional que ocupan el territorio. Ha sido cuestionado incluso por jurisconsultos y profesores de historia británicos en trabajos encomendados por la propia Cancillería británica, desde 1911 en adelante. A sabiendas que no tiene ningún derecho jurídico a las islas, han armado una defensa con la estratégica de desviar la cuestión por carriles secundarios dando prioridad a asuntos económicos, cooperación bilateral, la explotación de recursos ictícolas y hidrocarburíferas, etc. ignorando el tema medular de la soberanía.

-¿Esa postura ha cambiado con el paso de los años y los acontecimientos observados ya desde afuera de las islas o fue inquebrantable?

Cuanto más estudio la cuestión de las islas, más firme está mi convicción del legítimo derecho argentino sobre aquellas. Llevo más de 30 años investigando e ampliando mis conocimientos sobre el tema y consultando documentos de distintos orígenes: español, francés, norteamericano e inglés, y siempre caigo en la misma conclusión: ocupación colonial ilegítima británica que viola la soberanía argentina y lesiona su integridad territorial.

-¿Y cuál es su posición respecto a las declaraciones de los kelpers sobre un derecho inmodificable a pertenecer a la corona británica?
 
Desde la última enmienda a la Ley de Nacionalidad Británica del año 2000, las 2.900 personas de la comunidad civil compuesta por 62 nacionalidades que son los actuales residentes de Malvinas, todas ellas pueden gozar de la ciudadanía británica. En ningún momento de los 180 años de historia de esta disputa nuestro país ha cuestionado o insinuado que esas personas deberían cambiar obligadamente su ciudadanía británica por la nuestra. ¿Cuántos anglo-argentinos viven en el continente y gozan plenamente de los derechos civiles que les otorga la Constitución Nacional? No hay ningún impedimento para que los isleños retengan su actual ciudadanía y continuar su vida normal en Malvinas, no como colonos en ocupación sino como habitantes de una unidad insular reintegrado al territorio nacional de su legítimo dueño: la Argentina.

-¿Cuál cree que es la vía para resolver el conflicto diplomático entre la argentina e Inglaterra por la soberanía de Malvinas?

Obviamente, para resolver la situación hace falta primero volver al diálogo, diálogo rechazado sistemáticamente por la contraparte. Por ende, creo que ha sido muy acertado convertir la militarización británica del Atlántico Sur en una cuestión regional y multinacional que afecta los intereses de todos los países sudamericanos. Con ese peso político, tal vez podemos convencer a los británicos de la necesidad de dejar de lado el “punto final” de (David) Cameron (primer ministro inglés). Una vez logrado restablecer el diálogo, esto necesariamente debe ser el trampolín a una mesa de acuerdos para poner fin a la situación. En esa mesa de acuerdos se puede tratar y consensuar todos los aspectos que implican la obligación constitucional de recuperar Malvinas “…respetando el modo de vida de los isleños y conforme al derecho internacional…” . Lo único fuera de toda discusión ahí es el reconocimiento pleno de la soberanía argentina al territorio.

-¿Mientras tanto?
 
Deberemos poner a consideración de la opinión pública nacional e internacional la magnitud de la flexibilidad y variedad de opciones disponibles a través de resortes Constitucionales para atender a cuestiones específicas de la futura organización política, jurídica del territorio y que garantías los brindan para sus habitantes.

El archipiélago antes y después de la guerra

-¿Nota alguna diferencia entre los habitantes malvinenses de aquellos años de guerra y los de ahora?
 
Indudablemente, estos 30 años de ausencia argentina en Malvinas han sido aprovechados por los “halcones” isleños y residentes británicos en Malvinas para fogonear la intransigencia en cuanto a la reapertura de relaciones civilizadas entre la sociedad multinacional en las Islas y nosotros aquí en el continente. Actúan hasta los extremos más insólitos tratando de borrar de la memoria de los habitantes los efectos positivos de la harmoniosa convivencia experimentados en Puerto Argentino entre 1971 y 1982. Niegan toda posibilidad de que gran parte del extremadamente alto nivel de vida de la comunidad colonial hoy se construyó sobre la base de los servicios esenciales prestado por el gobierno nacional argentino a través de la Declaración Conjunta de 1971, en el marco de la Resolución 2065 de la ONU. Hasta se ha eliminado la costumbre de tomar mate. Tratan de borrar del mapa los nombres tradicionales en castellano de la topografía malvinense. No admiten bajo ningún concepto que los gauchos que poblaban las Islas durante el siglo 19, eran gauchos argentinos, sino que hablan de gauchos españoles, uruguayos, brasileros o cualquier otra nacionalidad sudamericana menos la argentina. Son capaces de negar la asistencia médica o de la escolaridad de los hijos a las familias y utilizan otros medios de marginalización, para quienes que adoptan actitudes “desleales” a la norma de la exclusión social de los argentinos y todo de lo que es la Argentina. Si bien había reservas y ciertos límites impuestos antes del ‘82, nunca en los extremos que hoy son la “política” interna de las islas.

-¿Qué opina sobre la actitud gobierno de Cristina Kirchner en cuanto a Malvinas?
 
La veo positiva por dos motivos: Primero: hoy Malvinas está en todos los medios de comunicación masiva y el común de la gente está tomando un interés por la disputa. En 30 años de residencia en el continente, nunca antes he escuchado a un presidente hablar de Malvinas con la soltura y amplitud de conocimientos que usa la señora Cristina Kirchner. Segundo: el tema de Malvinas con su sofisticada base militar británica presenta una amenaza sin precedentes a toda la región sudamericana al norte del Canal de Panamá. En estos últimos 20 años, los británicos han convertido Malvinas en un enorme campo de entrenamiento para tropas de elite de las tres fuerzas armadas de la Corona, que luego intervienen en todos los conflictos mundiales donde el petróleo es el premio de repartija una vez que los cañones dejan de tronar y los misiles dejan de segar o mutilar vidas civiles, víctimas de los hoy famosos “daños colaterales”. Hay otra novedad en el orden internacional también. Hoy no es costumbre declarar la guerra para usar su fuerzas armadas para saquear los recursos vitales de otra Nación.

¿Quiere decir que Malvinas es un tema que aún no cicatriza en la sociedad argentina?

Malvinas es un tema pendiente con la sociedad todavía. Es el momento oportuno para hacer la docencia y la concientización de qué es el tema Malvinas, cómo fue el conflicto bélico por las Islas y cuáles son los caminos disponibles para su definitiva recuperación pacífica-diplomática. Tenemos que malvinizar para recuperar y dejar la desmalvinización enterrada para siempre.

La vida en las islas

Alejandro Betts nació en las Islas Malvinas en 1947, casi cien años después de que sus tatarabuelos desembarcaran con los primeros contingentes de colonos enviados por la Corona británica para poblar el recién usurpado archipiélago. Hoy vive en Agua de Oro, un pueblo cálido de 3.000 habitantes de las Sierras Chicas de Córdoba. Betts desciende de una de las familias más tradicionales de la isla: "Mi tatarabuelo llegó a Malvinas en 1845. Por mi lado materno llegaron aún antes, en el primer envío de colonos británicos al territorio en 1842". Hijo, nieto y bisnieto de kelpers que no se cuestionaron jamás los derechos del Reino Unido sobre las islas. Sin embargo, a fines de los años ‘70, cuando trabajaba en el entonces único supermercado de Puerto Argentino, leer libros sobre la usurpación inglesa de 1833 hizo un vuelco en su pensamiento: “Fue un descubrimiento liberador, como sacarme un peso de encima -recuerda- Mis padres tenían el concepto pro británico sin saber bien por qué. Es algo que se trasmite de generación en generación: Inglaterra tiene un derecho absoluto sobre el territorio, y nadie cuestionaba si eso era cierto o no”. De niño, durante tres años, Betts vivió en un islote de Gran Malvina, “donde había 2.500 animales, mi familia, el dueño de la isla y otro matrimonio. Era duro y estábamos aislados, pero acostumbrados. Era una vida opresiva y de soledad”, rememora Betts. Y enfatiza: “La dictadura que se vivía acá era más democrática que la vida de la isla”. En Puerto Argentino, único pueblo y capital de Malvinas, Betts estudió en las dos escuelas públicas, egresando del secundario con el ciclo básico completo y habiendo cumplido los 14 años de edad. Acorde con la tradición del isleño nativo, con esa edad se independizó de su familia y fue a trabajar en varias estancias de las islas, desempeñando toda la diversidad de las tareas rurales: boyero, peón de patio, tractorista, esquilador, domador, mayordomo, etcétera. En el ´68 se casó y formó su primera familia, falleciendo su esposa en 1977. Mientras aún vivía en el campo (como se dicen ahí en referencia a la zona del interior), decidió estudiar a distancia con la ICS y las universidades de Londres y Edimburgo. Eligió la carrera de Contabilidad para la cual tuvo que aprobar varias materias previas para obtener el nivel de estudios exigidos para ingresar en la carrera. Con título en mano, en 1975, volvió al pueblo para trabajar en el supermercado de la Falkland Islands Company (FIC). Fue nombrado secretario general de la Asociación de Hacendados de las islas, que, a su vez, le abrió las puertas para ejercer su profesión de contador, llevando los libros de contabilidad de once estancias privadas. Este contacto directo con la clase medio-alto de la sociedad isleña, le dio oportunidad de conocer de cerca las idiosincrasias del minúsculo círculo de “dirigentes” isleños, en su mayoría británicos radicados transitoriamente en el territorio. Al finalizar la Guerra de Malvinas, decidió marcharse para vivir según sus convicciones. Y se embarcó en el Bahía Paraíso. “Nos dieron dos horas para dejar las islas, así que partí casi con lo puesto. Le dejé una carta a mi vieja porque cuando fui a despedirme no estaba”. Su hijo varón ya estudiaba en Rosario. Su hija quedó en Malvinas y la familia se dividió.

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